(Por @emiliojose20 - @ibcjovenes)
Abraham está a punto de aprender una
lección muy importante.
Todos los acontecimientos que
está por vivir (y los que ha vivido) revelan una vez más el corazón de Abraham y
sacan a la luz su verdadero problema: la IMPACIENCIA. Él no tenía problemas con
la fe, le creía a Dios sin dudar ni un poquito. Su problema estaba en no poder
esperar. Abram pensó equivocadamente que podía darle una “manito” a Dios para
que su promesa se cumpliera más rápido. ¡Flor de metida de pata!
En lugar de ESPERAR el tiempo de
Dios, él y su esposa hicieron las cosas como mejor les parecieron y esto les
generó muchos problemas “indeseados”.
¿Qué
fue lo que planearon “apresuradamente”? (16:1-3)
¿Qué
problemas “familiares” surgieron? (16:4-6)
Ser impacientes, tarde o temprano,
nos traerá problemas (algunos más graves que otros ¿entiendes?). Fíjate hasta
qué punto crítico llegaron las cosas como resultado del apresuramiento:
§ Agar quedó embarazada y comenzó a despreciarla a
Sarai que no podía quedar embarazada.
§ Sarai se enoja y se queja con su esposo.
§ Abram se hace el distraído, como si él no hubiera
tenido nada que ver en el tema y, en otras palabras, le dice a Sarai que se las
arregle como quiera.
§ A Sarai ni le importó el embarazo de Agar y con tal
de sacársela de encima la maltrató hasta que Agar no pudo soportarlo más y se
fue vagando por el desierto.
¡Qué locos! Parece la novela de la
tarde.
Y
otra vez, en medio de todo aquel lío, intervino Dios. Y otra vez Él ofreció su
misericordia para todos. Él les presentó un plan alternativo, aunque el error
ya había sido cometido (16:7-14).
“El Viviente que me ve” tuvo que
intervenir para poner un poco de orden. Y todo esto sucedió cuando el “joven”
Abram tenía ¡86 años! ¡Qué tal el abuelito!
Piénsalo.
Las decisiones apresuradas, las
actitudes impulsivas, el compre ya, ya, ya, son todas “hijas” de la
impaciencia.
“No puedo esperar más para
demostrarte todo lo que te amo”. “Hagámoslo ahora que no nos ve nadie”. “Me voy
porque todos me tienen cansado”, etc., etc., etc., demuestran inmadurez y
estupidez. ¿Y las consecuencias? ¿Y los resultados desastrosos del
apresuramiento? Tú los conoces tanto como yo.
¿Crees que se te va a ir la vida por
esperar el tiempo necesario? ¡No! Por supuesto que no. Al contrario, esperar el
tiempo necesario te librará de las consecuencias desastrosas del
apresuramiento, te enseñará a ser más paciente y te ayudará a pensar mejor las
cosas. Muchísima gente apresurada después se pasa años tratando de “arreglar”
los resultados de su impaciencia. ¿Qué ganaron con ir tan rápido?
Vale la pena esperar en Dios:
“He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus almas de la muerte,
y para darles vida en tiempo de hambre.
Nuestra alma espera a Jehová;
nuestra ayuda y nuestro escudo es él.
Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón,
porque en su santo nombre hemos confiado.
Sea tu misericordia, oh Jehová,
sobre nosotros, según esperamos en ti.”
Salmos 33:19 - 2
“Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.”
Salmos 39:7
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