Números 20


Del desierto de Parán, viajaron hasta el desierto de Zin y acamparon en una región llamada
Cades.

Allí sufrieron la primer pérdida, ¿cuál fue? (20:1).

De Cades viajaron hasta el monte de Hor y allí Moisés sufrió su tercera pérdida.

¿Cuál fue y por qué motivo? (20:22-29).

Todos sufrimos pérdidas y todos vamos a sufrir pérdidas en algún momento de nuestras
vidas. Hay pérdidas que son inevitables.

Como en el caso de María y Aarón para Moisés. Eran sus hermanos, y más allá de lo mal
que habían actuado algunos meses atrás, siempre estuvieron a su lado acompañándolo
y apoyándolo. Dios le concedió a Moisés la bendición del afecto y la compañía de sus
hermanos, pero ahora ellos morían. Fue inevitable. Y será inevitable también para nosotros
ver partir a aquellos que amamos. No sabemos cuándo será ese día pero conviene que
nuestro corazón esté preparado.

Disfruta hoy de los que amas, ahora que los tienes con vida. Regálales flores ahora que
pueden disfrutarlas, ¿de qué sirve llevárselas después a un cementerio?

Háblales ahora que pueden escucharte, verte y estar a tu lado. Ora por ellos hoy. Bendícelos
hoy. Disfrútalos hoy. Dales un beso y un abrazo hoy. Diles hoy que los amas. No hay nada
que te impida hacerlo, excepto tu propio egoísmo o tus viejos rencores.

¿Están tus padres separados o ya no vives con ellos? ¿Qué te impide ir a visitarlos y
compartir un tiempo con ellos? Todo lo que hoy puedas darles del amor de Cristo será un
sano recuerdo en tu corazón cuando ellos ya no estén más.

Hay otro tipo de pérdidas. Y a estas sí las podemos evitar. Son las perdidas espirituales
y emocionales por desobedecer la Palabra Dios, por pecar o por ser incrédulos a sus
promesas.

Bendiciones perdidas, tiempo perdido, oportunidades perdidas, frutos perdidos, madurez y
crecimiento perdidos.

Puedes evitar estas pérdidas. Aprende a no actuar por impulsos, a no dejarte llevar por lo
que sientes. Aprende a esperar en Dios.