Cuando hablamos de la gracia  de nuestro Dios sin duda las palabras quedan cortas al intentar describirla, pues siendo tan insensatos e inmerecedores podemos recibir este hermoso regalo de su gracia, la cual abunda en nuestras vidas y podemos así tener libertad, salvación y bendición.

Un versículo en el libro de Efesios nos habla de esto diciendo:

“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte” (Efesios 2:8-9)

Hace algunos días leía sobre este tema tan importante de la “gracia” y me llamaba mucho la atención una historia de un hombre llamado John Newton, hombre de libre pensamiento, tratante de esclavos y personaje que llevó una vida totalmente contraria a todo aquello que honra a Dios, llegaba a tener un vocabulario que repulsaba todo concepto de la existencia de Dios.

Pero hubo un día en que aquel barco que navegaba comenzó a hundirse debido a una terrible tormenta. Hasta que de repente Newton recordó un versículo bíblico que había escuchado cuando niño, el que decía: “Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan” (Mateo 7:11) Luego de recordar esto, Newton en desesperación y sinceridad declama lo siguiente:
¡Dios, si esto es cierto cumple tu palabra y limpia mi malvado corazón!

Al cabo de cuatro semanas, en abril de 1748, el barco llegó a un puerto irlandés. Newton asistió a una iglesia y recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador. Años después compuso uno de los himnos más populares de la fe cristiana, el cual expresa la evidencia concluyente de su salvación.





Sublime gracia
Sublime gracia del Señor,
Que a mi pecador salvó
Fui ciego, mas hoy miro yo,
Perdido y Él me amó.

En los peligros o aflicción
Que yo he tenido aquí,
Su gracia siempre me libró
Y me guiará feliz.

Su gracia me enseñó a temer,
Mis dudas ahuyentó.
Oh cuan precioso fue mi ser
Al dar mi corazón.

Y cuando en Sión por siglos mil
Brillando esté cual Sol,
Yo cantaré por siempre allí
Su amor que me salvó.


Este himno sin duda expresa el sentir de este hombre y de cómo la gracia invadió su corazón y quito toda ceguera espiritual.

Ahora, te pregunto ¿Cómo sientes tu relación con Dios luego de leer las palabras del himno “Sublime gracia”?

Dios es claro, bueno, fiel y sabio. Su gracia es suficiente y tú no debes quedar fuera de ella, pues él te está llamando. Si ya eres parte de su rebaño siéntete gozoso y privilegiado por ser su hijo y pertenecer al rey de reyes. Dios de gracia y paz.
Si tú que estás leyendo te sientes indigno, impuro, malo e inmerecedor, no te olvides que la gracia de Dios tiene poder para revertir tu corazón y salvarte. Solo debes mirarlo a él, entregar tu corazón y disponerte a que tome el control de tu vida y su gracia te guie por la eternidad.

Mis bendiciones…